El senderismo de Las Lastras del Río Cereceda, de las pinturas rupestres y de la búsqueda de peonías en floración, ya es un clásico de nuestra asociación en el mes de mayo.

Sierra Madrona

Comenzamos, como siempre, con una subida a ‘La Peña Escrita’, un abrigo natural donde el hombre dejó su impronta con pinturas esquemáticas hace más de 5.000 años. Tal como dice el cartel identificativo: “En estas paredes se reflejaron a sí mismos los primeros pobladores de este territorio. En parejas o formando grupos, bien diferenciados mujeres y hombres, junto a algunos árboles. Incluso se ha interpretado una escena de parto y varios animales…”

pinturas rupestres

pinturas rupestres

Descendimos de esta zona de la Peña Escrita, rodeados de enebros, torviscos, brezos, jara pringosa, madroños y todo lo que la primavera podía ofrecernos en todo su esplendor.

jara pringosa

Una vez realizada esta vista, los senderistas nos dividimos en dos grupos. El rio Cereceda venía muy crecido a causa de las últimas lluvias e iba a dificultar mucho la subida hasta la Batanera. Así que los más prudentes decidieron caminar por el carril que sale junto al campo de futbol de Fuencaliente. Otros, en cambio, optamos por subir junto al rio. Desde luego que había dificultad, pero el trayecto era de una belleza incomparable. Quedamos en juntarnos por encima de la chorrera de Los Batanes.

Río-Cereceda

El río llevaba una fuerza impresionante. Nunca lo habíamos visto tan caudaloso en esta época. Pero fuimos sorteando todas las dificultades, siempre bien dirigidos por Juan Antonio Nocete, nuestro experto senderista que encabezaba el grupo. Enseguida llegamos a “Las Lastras”, formaciones de cuarcita rosacea, donde se puede apreciar algún rastro de fósiles.

Río-Cereceda
En esta zona de ‘Las Lastras’ suele haber algunos bañistas en el verano.

Tras estos claros soleados, el río se encauza a través de un bosque galería con una vegetación abundante y donde podemos apreciar un helechal que disfruta de una climatología fresca y sombreada.

por el río Cereceda

Después de tener que cruzar varias veces el río, no sin dificultad y con algún que otro remojón de pies, nos acercamos al lugar más inaccesible: el entorno de la chorrera de Los Batanes.

cruzando el río Cereceda

La fuerza del agua y lo húmedo y resbaladizo del terreno nos impedía acercarnos lo suficiente para obtener las mejores fotografías. No obstante, aquí quedan algunos testimonios:

chorrera de Los Batanes

chorrera de Los Batanes

chorrera de Los Batanes

Remontamos la encrespada orilla hasta la parte superior de la chorrera de Los Batanes y nos reencontramos con el resto del grupo, que habían caminado por el carril y que ya llevaban un rato esperándonos.

En esta hermosa explanada existe otro abrigo natural, llamado ‘La Batanera’, donde se pueden observar otras pinturas rupestres, pero de menos calidad de conservación que las de la Peña Escrita.

Aquí disfrutamos de un descanso y repusimos fuerzas mientras por encima de nuestras cabezas un hermoso ejemplar de águila nos sobrevoló y nos observó durante unos momentos.

almuerzo

Después de este breve descanso, y ya todo el grupo junto, continuamos nuestro senderismo en busca del segundo objetivo de nuestra ruta: llegar al bosque de roble melojo para conseguir fotografiar algunas peonías silvestres, especie endémica de esta zona.

bosque de roble melojo

Durante el trayecto dudábamos que hubiera floración todavía, ya que es de breve duración y lo suelen hacer entre los últimos días de abril y los primeros de mayo.

peonías silvestres

Llegados al lugar que ya conocíamos pudimos comprobar con alegría que todavía quedaban algunos ejemplares en floración, aunque muchos de ellos estaban deteriorados por las fuertes lluvias de los días anteriores.

peonías silvestres

En este espacio disfrutamos de nuestro almuerzo rodeados de robles melojos, encinas, quejigos, alcornoques y las famosas peonías.

Durante todo el trayecto contemplamos también la Jara Pringosa en floración, multitud de brezos en un rosa intenso y las popularmente conocidas como ‘Varitas de San José’ un gladiolo silvestre que se cría también en nuestra Sierra Morena.

varitas de San José

Cumplidos los objetivos propuestos emprendimos el regreso a casa, haciendo una breve parada en el Hotel Sierra Madrona de Fuencaliente para compartir un cafelito con los compañeros de aventura y empezar a hablar de la próxima salida.

Juan Ramírez Sánchez
15 de mayo de 2016