Durante el verano, el bonsái se mantiene en un periodo de descanso relativo. Las elevadas temperaturas obligan al árbol a cerrar los estomas (órganos de las hojas a través de los cuales respiran las plantas), esto frena el bombeo de savia bruta desde las raíces hacia las hojas y nuestro bonsái tiende a realizar el menor esfuerzo posible para no perder agua en exceso, por lo que aunque el riego sea abundante, el árbol suele dejar de crecer y permanece en reposo.

Cuidados durante el verano

Aprovechando esta parada podemos realizar algunos trabajos “ligeros” en nuestro bonsái. Podemos alambrar las ramas que lo necesiten tras el crecimiento primaveral o aquellas que precisan ser dirigidas antes de su engrosamiento, evitando forzar ramas gruesas que quedarían dañadas. También debemos pinzar el crecimiento excesivo para mantener la forma del árbol y preparar la brotación de otoño.

El verano es una época demasiado tardía para el defoliado. Una técnica tan estresante para el árbol es siempre poco recomendable y menos aún realizarla a estas alturas del año, cuando el tiempo disponible antes de la parada invernal no es suficiente para madurar las nuevas yemas tras el nacimiento de las hojas, lo que puede impedir la brotación en la próxima primavera. Es generalmente más adecuado aclarar la copa quitando las hojas de mayor tamaño, siempre de forma moderada para evitar el debilitamiento del árbol.

El abonado se interrumpirá durante la época de calor excesivo (julio y agosto en nuestro clima) pues la falta de crecimiento hace innecesaria su aplicación. Debemos reanudar su aporte en la segunda semana de septiembre, ya que como se aprecia en la gráfica de crecimiento, en estas fechas se incrementa la actividad del árbol. Puesto que en esta etapa el abonado no se dirige a aumentar el crecimiento del bonsái, sino a acumular reservas, madurar la madera y las yemas latentes, debemos emplear un abono rico en fósforo y potasa, pero con una cantidad mínima de nitrógeno en su composición y que incluya oligoelementos (zinc, boro, etc.) en la misma.

Gráfica de crecimiento especies leñosas

Evitar el transplante en verano

Aunque algunos libros especializados consideran la posibilidad de transplantar el árbol en esta época, en nuestro clima supone un gran riesgo. En ambientes menos calurosos, con mayor humedad y con los cuidados e instalaciones adecuadas podría pensarse en el transplante de verano, aquí recomendamos evitarlo.

Cuidado con las plagas

En esta época es necesario prestar mucha atención al desarrollo de algunas plagas. La araña roja puede hacer estragos cuando se combinan calor y lugares poco aireados. Podemos prevenir su aparición manteniendo una humedad elevada con pulverizaciones frecuentes, incluido el envés de las hojas, siempre que el árbol no reciba directamente el sol y haya tiempo suficiente para que se sequen las hojas y ramas antes de que anochezca, ya que si permanece mojado durante la noche podríamos favorecer la aparición de hongos. Una vez establecida, la araña roja debe ser tratada con acaricidas, repitiendo su aplicación tantas veces como sea preciso, respetando la frecuencia y dosis indicada por el fabricante. El pulgón, la mosca blanca y otros insectos, especialmente la cochinilla, aunque son más frecuentes en primavera, deben ser controlados, siendo recomendable aplicar incluso tratamientos preventivos.

plaga araña roja

araña roja

 

De estas plagas la más peligrosa es sin duda la araña roja, ya que a la dificultad de detectarla a simple vista, cosa que no sucede en los demás casos, se une su virulencia. Si de buenas a primeras apreciamos que algunas hojas comienzan a amarillear y a caerse, casi con seguridad tenemos araña roja. Una forma de asegurarse de ello es poner un papel blanco debajo de nuestro bonsái y sacudir ligeramente las ramas y hojas. Si efectivamente está infectado veremos sobre la superficie blanca unos diminutos puntos rojos que se mueven de un lado a otro. Otra forma de confirmarlo es mirar una hoja a contraluz: si al hacerlo apreciamos una serie de puntos brillantes que parecen atravesarla, estaremos viendo las cicatrices que producen las arañas al succionar la savia.

La plaga más peligrosa: la araña roja

La mosca blanca se detecta fácilmente, ya que forma pequeñas nubes de insectos de color blanquecino que se levantan al tocar la copa del bonsái y suelen situarse en el envés de las hojas, donde depositan sus puestas.

mosca blanca

mosca blanca

 

Las cochinillas pueden tener diferente forma y color, presentando tanto un aspecto redondeado y globular como plano o en forma de coma. Se detectan fácilmente ya que suelen fijarse en los tejidos ricos en savia, nervaduras de las hojas o sobre las yemas sin abrir y excretan, al igual que los pulgones, una secreción dulzona de la que se alimentan las hormigas. La presencia de estas últimas en nuestro bonsái puede ser indicativo de infección de pulgones o cochinillas, a los cuales pastorean como si de ganado se tratase, transportándolos por toda la planta y de unos árboles a otros.

cochinillas

cochinillas

 

Prioridad del cuidado del bonsái en verano: el riego

Cualquier otro trabajo puede dejar de hacerse y es posible rectificar más tarde, pero un descuido en el riego puede acabar con el árbol en 24 horas. Aunque esta afirmación pueda parecer dramática, es real. No se debería intentar el cuidado de un bonsái si no se puede garantizar, de una forma u otra, un riego adecuado. Si consideramos que el árbol debe estar situado en el exterior y que, incluso en los meses de más calor, necesita una cierta exposición al sol, es evidente que un solo día sin riego puede poner en serio riesgo su supervivencia.

Si tenemos pocos árboles y debemos ausentarnos unos días, un fin de semana por ejemplo, podemos situarlos en un lugar fresco y luminoso en el interior de la casa, tras regarlos adecuadamente. Esto no perjudica al bonsái si se realiza esporádicamente pero nunca deberá ser una práctica rutinaria.

Regar adecuadamente no significa regar en exceso, la tierra de la maceta debe permanecer húmeda, no mojada. Por eso, cualquier sistema de riego que mantenga la tierra “encharcada” es siempre perjudicial. Así, no deben utilizarse métodos tales como mantener de forma continua el bonsai en un recipiente con agua, ya que esto produce un daño importante en las raíces, puesto que al no poder oxigenarse éstas se pudren y  paradójicamente el árbol muere de sed ahogado en agua.

Los sistemas de riego por goteo, en sus distintas versiones, o el empleo de “mechas” y tubos que transmiten la humedad por capilaridad son sistemas adecuados para uso habitual o esporádico. En cualquier caso, la solución más práctica suele ser que una persona de confianza (preferiblemente aficionado al bonsái) se encargue del riego, o en su caso, de verificar el buen funcionamiento de los sistemas automáticos durante nuestra ausencia, “Hoy por mí, mañana por ti”.

Cuidados en otoño

Al llegar el otoño, a medida que el calor va cediendo, el riego deberá adaptarse a las necesidades del árbol, pero sin descuidarlo. A mediados o finales de septiembre, incluso en octubre, un día caluroso sobretodo si hace viento, puede secar la tierra del árbol mucho más de lo que cabría esperar. No debemos olvidar que en ese momento se está produciendo el rebrote de otoño, en el que los árboles tienen una breve “segunda primavera” y esto los hace más sensibles a la falta de agua.

Esta brotación de otoño provoca un renacimiento del árbol que hace necesario unos cuidados parecidos a los de la primavera, por lo que es preciso abonar adecuadamente prestando atención a su formulación, tal como se indicó anteriormente. “Los descuidos en el cultivo de otoño se pagan en la primavera siguiente”.

La acumulación de reservas que se produce en este periodo, provoca el engrosamiento del tronco y las ramas, es por ello conveniente vigilar las zonas alambradas para evitar que el alambre se clave en la corteza, ya que estas marcas, además de antiestéticas lleva mucho tiempo corregirlas. Como consecuencia de este crecimiento puede ser necesario corregir alguna ramita con un alambrado suave o pinzar algunos brotes crecidos en exceso, pero siempre teniendo en cuenta que ya no habrá una brotación posterior y que deberán mantenerse hojas suficientes para asegurar la nutrición del árbol.

Ya en noviembre, las temperaturas bajan definitivamente. Es el momento de la selección de brotes y agujas de los pinos, de resguardar de los fríos que se avecinan las especies más delicadas (siempre en exterior) y de empezar a realizar transplantes, que son especialmente recomendables en las especies de floración muy temprana. No obstante, el final del invierno, cuando las yemas comiencen a hincharse, será la época más adecuada, en general, para transplantar.

arce palmado (Acer palmatum)

arce palmado (Acer Palmatum)

Pero si hay algo auténticamente característico del otoño, es sin duda el cambio de coloración en los árboles de hoja caduca. Una auténtica explosión de color en nuestros bonsáis que se produce de forma natural, pero que puede ser potenciada. El cambio de color se produce cuando la planta corta el suministro de savia a las hojas, con lo que se va eliminando la clorofila verde, persistiendo los pigmentos de diversos colores, que entonces se ponen de manifiesto. Este proceso se acentúa con los contrastes de temperatura entre el día y la noche. Una exposición soleada durante el día con una importante bajada de temperatura nocturna favorece una coloración más viva, que será más intensa si hemos abonado correctamente.

En cualquier caso, todo método empleado para mejorar la “otoñada” será ineficaz o, cuando menos insuficiente, si no tenemos un árbol sano, bien cultivado y con las hojas en buenas condiciones después del verano. Plagas, enfermedades, sequía y desnutrición dejan las hojas en unas condiciones que, ni la mejor de las coloraciones otoñales, podría disimular.

Un bonsái es un árbol de pequeño tamaño, con todas las características y funciones de un árbol adulto y por ello sometido a las mismas tensiones vitales, pero que depende de nuestros cuidados para mantenerse vivo y sano. En la medida en que comprendamos y apliquemos estos dos conceptos conseguiremos mejorar nuestros árboles, obteniendo más satisfacción de su cuidado, mayor disfrute de su contemplación y, con el tiempo, tendremos de verdad, un bonsái.

Miguel Torres Avisbal  y José Zamorano Moreno

Jara nº7 – septiembre 2002

 

Fotos: comocultivarbonsai.com